Piscinas de agua salada

salud, ahorro y ecología

Los meses vuelan y antes de que nos demos cuenta allí estaremos nosotros, encima de las toallas intentando saber si el mejor momento para tirarnos al agua es ahora o después de tomar el sol cinco minutos más. Y enfrente, la piscina que nos espera, con su calma y su estallido de luz, cristalina y limpia gracias al cloro que hemos añadido. Pero entramos en el agua y los ojos se nos enrojecen y, cuando salimos, notamos la piel más seca y con tirantez hasta que pasamos por la ducha y eliminamos los restos de la cloración.

Cloro natural a partir de sal común

Quizás sí que es un precio bastante pequeño a cambio de disfrutar de una piscina limpia, segura y sin gérmenes infectivos. Hay alternativas al cloro químico, sin embargo, que mantienen el agua con los mismos niveles de salubridad y antisepsia que son menos irritantes para nuestro organismo y menos agresivos con el equilibrio ecológico. Un buen ejemplo es la electrólisis salina, un sistema que permite preservar la piscina desinfectada y nítida a través de la generación natural de cloro a partir de la sal disuelta en el agua.

El procedimiento no tiene ningún secreto: el clorador salino, que es el aparato encargado de este tipo de electrólisis, descompone los elementos que forman la sal -cloruro de sodio- para acabar separando el cloro. Éste, naturalmente presente en la sal y, por tanto, no químico, será el que destruirá los agentes patógenos y la materia orgánica hasta volverse a convertir de nuevo en sal.

Físicamente, los beneficios de optar por una piscina de agua salada están más que demostrados:

  • La irritación ocular casi desaparece, así como lo hace la sequedad de la piel y del cabello.
  • Los tejidos también sacan provecho, ya que se revitalizan.
  • Las toxinas cutáneas se eliminan y, además, se consigue un alivio de dolores reumáticos y musculares y una mejora de la circulación y de la capacidad respiratoria.

Electrólisis salina: un ciclo que se retroalimenta

Antes de empezar a detractar de la electrólisis salina alegando que un baño en agua salada no debe de ser tan placentero para aquellos a quienes, por ejemplo, les pican los ojos cuando entran al mar, aclararemos que la concentración de sal necesaria para llevar a cabo este sistema de purificación se encuentra muy por debajo de la cantidad presente en el agua marina. No tiene la capacidad ni de producir molestias en los ojos ni en la piel. Otro de los provechos de la electrólisis es el poco gasto de mantenimiento que requiere. Si bien instalar un aparato de cloración salina puede suponer un coste inicial superior al que tendríamos si nos decantáramos por el cloro químico habitual, lo cierto es que a medio y largo plazo nuestro bolsillo lo notará. La sal, tal como se descompone para facilitar la separación del ión cloruro, en vez de evaporarse o disminuir, con este método revierte a su estado original para volver a empezar el ciclo de separación de sus elementos. Ahora bien, con la lluvia y el mantenimiento de la piscina el grado de salinidad inevitablemente irá disminuyendo, por lo que tendremos que añadir una vez al año para mantener el nivel óptimo de 4 o 5 gramos por litro. El mejor momento para hacerlo, en abril, cuando comienza la temporada de baño.

Una piscina salada nos aportará una mejora en la salud y el estado de nuestro cuerpo

Un ahorro de recursos y amortización de dinero, la seguridad debido a poder prescindir de la manipulación de productos químicos y la tranquilidad de saber que el medio ambiente no se resentirá. ¿Ya os habéis decidido? En Piscines Sant Cugat os daremos todas las respuestas que necesitéis sobre la electrólisis salina y os ofreceremos la mejor solución para convertir la vuestra en una piscina de agua salada. De manera fácil, sin dudas y con la certeza de estar asesorados por un equipo de profesionales con experiencia que os atenderá de manera personal e individualizada.